POR UNA VIDA MÁS SANA Y NATURAL

La medicina natural estimula la vitalidad y ayuda a recuperar el equilibrio de las funciones corporales.
Es utilizada desde hace siglos para aliviar dolores y sufrimiento.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA GRASA



Todos sabemos de sobra que llevar una dieta sana y equilibrada es lo ideal para ayudar a mantener un peso adecuado, de esta forma se evitan muchas patologías.

Hemos oído muchas veces (en ocasiones demasiadas) qué alimentos son más adecuados, cuáles hay que evitar ingerir, qué cantidades, cuáles son los menos nutritivos o los más calóricos, etc.
Pero una cosa es la teoría y otra cosa es la práctica, ya que en demasiadas ocasiones no comemos correctamente debido a los horarios y las prisas e incluso en ocasiones por simple dejadez. Pero hay que tener bien claro que una alimentación inadecuada pasa factura al organismo tarde o temprano.

La palabra obesidad deriva del latín obesus que quiere decir “persona que tiene gordura en demasía”, y se manifiesta en un incremento del peso mayor al 20% del idóneo según la edad, talla y sexo.
Excesiva de grasa en el cuerpo. Pero la realidad es muy diferente ya que la obesidad es una enfermedad que implica mucho más. El almacenamiento en exceso de la grasa implica además otros riesgos para la salud como diabetes y enfermedades cardíacas, entre  otras. La distribución de la grasa no solo afecta al aspecto físico, algunas personas la almacenan encima de la cintura y otras por debajo de ésta. Toda aquella grasa acumulada por encima de la cintura, sobre la  zona abdominal implica un verdadero riesgo para la salud. Es por ello que es imprescindible conocer los factores que favorecen este proceso con el fin de prevenirla.

                              

Existen tres tipos de obesidad en función de la disposición corporal de la grasa.

-          Obesidad de distribución homogénea o mixta: en la que el exceso de grasa corporal es general y no predomina sobre ningún área anatómica en concreto.

-          Obesidad intraabdominal o androide: es más frecuente en hombres. En ella el tejido adiposo intraabdominal tiene más actividad metabólica y por ello prevalecen la hipertensión arterial, gota, diabetes mellitus tipo 2 y afecciones cardíacas.


-          Obesidad glúteo-femoral o ginoide: es frecuente en mujeres porque la grasa se acumula en las caderas. Acarrea trastornos de tipo circulatorio en general (varices sobre todo).

                                      

La grasa visceral es aquella que se encuentra en el interior de la cavidad abdominal rodeando los órganos vitales de la zona del tronco. Es importante asegurar que los niveles de grasa sean bajos y se reducirá el riesgo de contraer determinadas dolencias.
La predisposición genética influye indudablemente, pero los factores más decisivos son una dieta inadecuada, determinados hábitos de vida perjudiciales y una escasez de ejercicio físico. De todos, el sedentarismo es el peor.

Es recomendable aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra como verduras y frutas, pescados y carnes blancas. Beber al menos dos litros de agua diarios para purificar el organismo. Es más que aconsejable, realizar una depuración del organismo para eliminar toxinas acumuladas.

domingo, 8 de noviembre de 2015

OMEGA 3 Y OMEGA 6


En los últimos tiempos van apareciendo diferentes productos y reclamos publicitarios que nos hablan constantemente del Omega 3 y el Omega 6. Pero… ¿Qué son?, ¿Para qué sirven?

El Omega 3 y Omega 6 son ácidos grasos polinsaturados, y son lo más apreciados de la gama conocida como productos activos o funcionales. Y todo ello porque cuentan con el apoyo de bastantes estudios e investigaciones que confirman sus efectos beneficiosos que pueden ser generales o específicos.

Los Omega 3 y Omega 6 forman parte constitutiva de las membranas celulares y proporcionan fluidez a sus fosfolípidos. Intervienen en la producción y la reserva de energía; disminuyen la tasa de colesterol en sangre y ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares, arteriosclerosis e hipertensión entre otras.
Todo el mundo los recomienda, ya que estos ácidos grasos poliinsaturados son primordiales para el cerebro, arterias y tejidos en constante renovación y regeneración. No obstante el aporte de Omega 3 y Omega 6 al cuerpo debe ser el adecuado, ya que un exceso de ellos puede propiciar la producción de compuestos tóxicos.



                             


Los ácidos grasos Omega 3 se encuentran en altas concentraciones en pescados azules (atún, caballa, sardina, salmón, trucha, gatazo y trilla), o también en mariscos como los mejillones, ostras o berberechos.

Por otro lado los ácidos grasos Omega 6 tienen sus fuentes principales en los aceites vegetales. El más rico en ácido linoleico es el de cártamo, extraído de las semillas de una planta que pertenece a la familia de los cardos.

Otros aceites que poseen un alto contenido de ácidos grasos son el de girasol, soja, maíz, sésamo, cacahuete y palma entre otros.

Según la mayoría de los estudios científicos, éstos ácidos grasos son clave para la formación de las membranas celulares y el funcionamiento celular. También poseen un papel principal en la reserva energética del organismo. Asegurando los intercambios entre el interior de la célula y su entorno, además de la integridad y el funcionamiento de las células.

                        

Es muy importante que durante los dos primeros años de vida se satisfagan las necesidades de Omega 3 y Omega 6 ya que son imprescindibles no solo para satisfacer las necesidades energéticas, sino también para garantizar un crecimiento y desarrollo normales, pues el organismo precisa de una serie de nutrientes indispensables para la construcción de las estructuras de los tejidos.

Una aportación directa de estos nutrientes hace que las células de la piel mejoren su capacidad proliferativa y regeneradora, y asegura una buena elasticidad y flexibilidad. Son fundamentales para el desarrollo óptimo del cerebro y del sistema nervioso central.

Por el contrario, se ha comprobado mediante diferentes ensayos clínicos que una deficiencia de estos ácidos puede provocar una pérdida de masa ósea.

El Omega 3 y el Omega 6 estimulan la absorción de calcio, así aumenta su depósito en los huesos. Por lo tanto, se puede decir de forma general que estos ácidos ayudan a fortalecer los huesos.