Las
enfermedades del aparato respiratorio y los resfriados son típicos de la
estación fría que aparecen como estados infecciosos e inflamatorios. Los
síntomas más comunes de esta estación son a aparición de tos, dolor de
garganta, fiebre, estornudos y secreción nasal. Esto es que aparecen patologías
típicas como son resfriados, laringitis, faringitis, gripe, bronquitis,
neumonía, etc.


De
entre todas estas molestias, una de las más comunes es la tos que puede extenderse
y durar toda la temporada invernal. La tos puede clasificarse de dos formas:
·
Tos
grasa o productiva: acompañada por la presencia de expectoración.
·
Tos
seca: que no presenta producción de moco y es muy irritativa.
La
tos suele asociarse con una dificultad para respirar y posiblemente con un
aumento de la temperatura corporal. Cuando aparece con expectoración suele ser
síntoma de infección del tramo respiratorio que afecta la laringe, tráquea y
bronquios.
Al
igual que pasa con los estornudos, la tos es un importante reflejo primitivo
que protegela respiración. Este mecanismo está regulado por un centro nervioso
situado en el bulbo raquídeo. Es un reflejo defensivo que el organismo
implementa para despejar las vías respiratorias de secreciones excesivas, de
microbios y de partículas ajenas e irritantes.


La
tos es un mecanismo que permite expulsar la mucosidad de los pulmones y los
hace más rápido que los cilios que recubren las células. Si por un lado la tos
es un reflejo de protección natural, reprimirla puede tener efectos
perjudiciales, especialmente si es con producción de moco.
Por
otro lado es importante ayudar a fluidificar, facilitando la expulsión del moco
para liberar eficazmente las vías respiratorias.
La
tos se clasifica como aguda si dura menos de 3 semanas. Es subaguda si dura
entre 3 y 8 semanas. Y es crónica cuando dura más de 8 semanas.
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