
No se puede negar de ninguna manera que los antibióticos
supusieron un hito en el s. XXI. Una revolución en la historia de la medicina y
de la humanidad.
Pero el abuso y el mal uso que se ha hecho y se hace de los
antibióticos en los últimos años están provocando numerosos problemas, uno de los más
importantes es la resistencia bacteriana.
Muchas infecciones ya no se pueden curar fácilmente, lo que ocasiona utilizar un
tratamiento caro y prolongado con un mayor riesgo de muerte. Este fenómeno en
el que las bacterias se hacen resistentes a los antibióticos está causado
principalmente por la capacidad que tienen estos gérmenes de mutar y adaptarse
a las nuevas situaciones. Cuando se utilizan masivamente los antibióticos mutan
y desarrollan la capacidad de hacerse fuertes ante los tratamientos, comienzan
entonces a multiplicarse y expandirse sin control.
Para evitar estos problemas debemos concienciarnos y hacer un
uso racional de los antibióticos.
Además, la mayoría de los procesos víricos que sufrimos que
luego conllevan a las famosas infecciones, no son eficaces tratadas con
antibióticos. Frente a este panorama la medicina natural se erige como posible
solución a este problema motivado por el abuso de algunos fármacos que son
realmente eficaces.
La medicina natural siempre ha confiado en ese “médico
interior” o “fuerza vital curativa” que todos tenemos y que Hipócrates llamó
“VIS NATURAE MEDICATRIX”.



Pasteur reconoció poco antes de fallecer que “un microbio no
es nada, el terreno lo es todo”. Esto hace pensar en la razón por la que no
todos los individuos presentamos los mismos síntomas frente a una infección.
Todo depende del estado de las defensas.
En la actualidad, las defensas se encuentran cada vez más
inmunodeprimidas debido a una gran cantidad de sustancias tóxicas que penetran
en el cuerpo debilitándolo, especialmente con el empleo de fármacos de tipo
inmunodepresor, entre ellos los corticoides que son de los más importantes.
Otro gran inmunodepresor es el estrés, que es capaz de bajar
las defensas de una forma acelerada.
Es recomendable descansar las horas adecuadas y realizar
ejercicio físico. Pasear por espacios abiertos y llevar una dieta equilibrada.
De esta forma ayudaremos a mantener las defensas naturales del organismo.
Para reforzar nuestras defensas y presentar mayor resistencia
frente a cualquier enfermedad es muy recomendable tomar zinc que se encuentra
en legumbres, huevos y carne; tomar antioxidantes que se presentan en frutas y
verduras, prestando especial atención a los cítricos, ricos en vitamina C.


Además de todo esto existen dos alimentos muy comunes y que
contienen sustancias antibióticas naturales que son el ajo y la cebolla. Muchos
remedios caseros que utilizaban antaño
nuestros familiares contenían estos dos alimentos esencialmente.
De todas las plantas medicinales destaca como
inmunoestimulante la Echinacea angustifolia que además posee propiedades
antivíricas y es muy recomendable en tratamientos como la gripe, resfriados,
infecciones genitourinarias e incluso aplicada por vía tópica en heridas.
El tomillo y el romero, no solo son utilizadas como condimento
en gastronomía; estas plantas poseen propiedades antisépticas.
De todas formas, la naturaleza siempre ha sido generosa con el
ser humano y uno de los grandes regalos que nos ofrece es la miel a través de
las abejas. La miel contiene sustancias antisépticas y el propóleo está
considerado el antibiótico natural por excelencia. En el sector de la
herbodietética son consideradas también las setas medicinales. Las más
utilizadas para reforzar el sistema inmunológico son el Reishi (Ganodermo
Lucidum), Shiitake (Lentinula Edodes), Mitake (Grifola Frondosa), Champiñón del
Sol (Agaricus Blazei) y Cola de Pavo (Coriolus Versiciolor).
Así pues, si somos capaces de utilizar todos aquellos
productos que nos ofrece la naturaleza, seremos más fuertes y sanos; y por ello
los antibióticos podrán cumplir su función correctamente y viviremos mejor.
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