POR UNA VIDA MÁS SANA Y NATURAL

La medicina natural estimula la vitalidad y ayuda a recuperar el equilibrio de las funciones corporales.
Es utilizada desde hace siglos para aliviar dolores y sufrimiento.

lunes, 22 de julio de 2013

HISTORIA DE LA MEDICINA NATURAL

   Si echamos la vista atrás, el ser humano ha tenido que ir aprendiendo de su entorno para poder sobrevivir. Una de las cosas que más costó aprender a la humanidad fue la forma de curarse, creyendo desde el principio en fuerzas sobrenaturales y amuletos milagrosos. Pero, poco a poco, todo esto fue superado a favor de la creación y asimilación de lo que conocemos como "medicina".

   Podríamos decir que la Medicina Natural es el fruto del aprendizaje y conocimiento del entorno de los primitivos habitantes de la Tierra. Con la aparición de las primeras civilizaciones desarrolladas fueron apareciendo los primeros documentos médicos.


                                              



   Los Egipcios fueron los primeros en asombrar al mundo con sus conocimientos. El papiro Erbes es el primer documento médico de la antigüedad descubierto en 1872. Con él, el pueblo Egipcio demostraba las virtudes medicinales de muchas plantas.

   Los pueblos Indio y Chino también desarrollaron extensos tratados sobre las propiedades curativas de muchas plantas.

   Con la llegada de Hipócrates, en el S. III a.c., (considerado por muchos como padre de la medicina moderna), se establecieron los conceptos básicos de lo que hoy se engloba dentro de la higiene. También investigó el uso correcto de las plantas medicinales, la hidroterapia o la correcta alimentación.

   Llegados a la Edad Media, el estudio de la aplicación medicinal de las plantas se estancó, siguiendo la pauta de esta oscura época, donde las ciencias y las artes quedaron relegados a los monasterios. Incluso se llegó a perseguir y a sacrificar a todos aquellos que osaron utilizar métodos considerados satánicos, como pudo ser la curación del cuerpo mediante artes y pócimas desacreditadas por la Iglesia en la época. Fue el clero el encargado  de aprender las antiguas artes de curar con hierbas, con sus propios huertos y fabricando sus propias pócimas, que aún hoy son de reconocido prestigio.

                                         


   Con la conquista de América, la medicina natural se vio fuertemente enriquecida con el saber y las prácticas de los pueblos indígenas. Una vez más, fue el clero el encargado de recolectar el saber y lo aplicaron a sus propios conocimientos, introduciendo con ello nuevas hierbas y plantas provenientes de América a la medicina. En esta época también aparecen las escuelas médicas en toda Europa, así como la figura del alquimista (personaje que sienta las bases de los futuros químicos).

   Las escuelas más destacadas en el estudio de la medicina natural aparecen en Italia y Alemania principalmente. En ellas se forjan personajes de renombre como Augusto Bier, que promovió la anestesia endovenosa y la raquitomía, ó Samuel Hahnemann, mentor de la homeopatía.

   Éstos y otros muchos logros aportados a lo que hoy se conoce como medicina tradicional parten de la misma raíz: las plantas.

   La medicina natural o fitoterapia sufre un relegamiento con la aparición de la síntesis química en el S. XIX . Con el desarrollo industrial se llega al S.XX, dejando las plantas subordinadas a una práctica medicinal menor.

   Pero la importancia del mundo natural es de destacar, aunque no esté bien reconocido. No en vano, productos como la penicilina, la aspirina, la belladona, la digital, etc., entre otros muchos, salen del mundo natural.

   Además, a mediados del S.XX entraron en crisis los productos destinados a la medicina estableciéndose fuertes controles farmacológicos que aún hoy perduran.
En cambio, la medicina natural prosiguió su desarrollo aunque de forma minoritaria, pero ha dado sus frutos con medicamentos naturales de reconocido prestigio como el Ginseng, Aloe Vera, Castaño de Indias, Centella Asiática, Fucus ...




   Últimamente los laboratorios químicos y farmacéuticos se han acercado voluntariamente al mundo natural para investigar de forma más activa y eficaz los productos naturales y las posibilidades de la vegetación en la medicina, lo que deja patente el verdadero potencial de las plantas sobre el ser humano.
 

 

 

lunes, 15 de julio de 2013

LA MENOPAUSIA

                                            
 La menopausia es, en términos generales, el cese de la menstruación y de la capacidad reproductora de la mujer. Hace siglos, este proceso sólo era objeto de observación; los estudios de entonces se limitaron a reflejar en sus escritos cómo se manifestaba el fenómeno. Al parecer, la referencia más antigua que se conoce es la del papiro de Ebert, fechado alrededor del año 1500 a.c., donde se mencionan los famosos sofocos como característicos de esta etapa. También Pitágoras e Hipócrates se hicieron eco de ello y la consideraron como una de las varias fases importantes de la vida de la mujer.

   El problema a la hora de tratar este fenómeno de la naturaleza era que una buena parte de la población femenina no llegaba a vivir el tiempo suficiente para estudiar el tema a fondo. Es de todos conocido que la esperanza de vida de la época era bastante menor que en la actualidad.
La polémica está en que si la menopausia requiere un tratamiento médico como si fuera una enfermedad o si hay que vivirla como el proceso natural que es.

   Cuando nace una niña, sus ovarios contienen unos dos millones de ovocitos o células germinales; al llegar a la menarquia (1ª regla) sólo quedan entre 200.000 y 400.000. De ellos, unos 8.000 experimentarán algún desarrollo durante la vida reproductora (aproximadamente unos 30 años) y algunos tal vez sean fecundados; el resto de los óvulos se atrofiará y desaparecerá. El número de ciclos menstruales ovulatorios durante la vida de la mujer es de 300 a 400.

                                   

   Todo el recorrido comienza en el cerebro, que es una especie de centro de comandos de la regulación hormonal.

   El hipotálamo activa la glándula hipofisaria, mediante una hormona liberadora de gonadotropinas, situada en la base del cerebro, y ésta a su vez segrega dos hormonas, la FSH ó foliculoestimulante, y la LH ó luteinizante (también llamadas gonadotropinas), que ejercen su acción sobre los ovarios para que éstos hagan madurar las células germinadas y secretar las hormonas sexuales. Durante la 1ª parte del ciclo menstrual, el ovario es activado por la hormona FSH y segrega estrógenos, hormonas femeninas que estimulan a los llamados "órganos diana" (vagina, cerebro y mamas). El día 14 del ciclo, aproximadamente, la hipófisis segrega la hormona LH y se desencadena la ovulación. El folículo ovárico se abre y sale el óvulo madurado. en el punto de la superficie del ovario donde ha salido el óvulo, queda una cicatriz que se llama cuerpo amarillo, que segrega otra hormona femenina, la progesterona. En el caso de que tenga lugar la fecundación del óvulo, la progesterona será la que se pondrá en marcha preparando el terreno en el útero para que pueda implantarse el óvulo y comience la creación de una nueva vida. De no producirse el embarazo, la secreción de hormonas disminuye y tiene lugar la menstruación, que no es más  que el desprendimiento del epitelio uterino, la capa de células que recubre el útero.

   La menopausia se establece con la retirada de la regla, la cuál debe  estar ausente al menos 1 año para afirmar que se ha declarado la menopausia. Este denomina climaterio al periodo de vida de la mujer que precede a la extinción de la función genital, se caracteriza por una serie de cambios orgánicos y psicológicos producidos por un reajuste general de la actividad hormonal y por el deterioro de distintos tejidos y órganos.
Puesto que se trata de un proceso paulatino, no se puede establecer con exactitud cuándo comienza y cuándo termina.

   En algunas mujeres estas transformaciones pueden producirse sin que noten los síntomas, sobre todo al inicio del proceso. Durante el climaterio los ovarios pueden continuar con la secreción vacilante de estrógenos, pero la ovulación ya no se presenta con regularidad y los ciclos se espacian cada vez más. Esta situación provoca un desequilibrio entre estrógenos y progesterona, y puede dar lugar a los temidos desarreglos.

   Con el cese de la función cíclica del ovario, cesa la menstruación y aparece la menopausia. Esto sucede hacia los 50 años.

   Aunque se considera menopausia precoz si ocurre antes de los 45 años y menopausia tardía si ocurre pasados los 55 años.

   La Medicina Tradicional China afina un poco más. Puesto que la mujer tiene ciclos de 7 años para su desarrollo óptimo, la edad propicia de la aparición de la menopausia son los 49 años. Este fenómeno define la deficiencia energética del riñón (órgano que dirige la función sexual).




   Existen criterios bastante dispares respecto a los factores que tienen incidencia en el adelantamiento de esta fase. Se consideran criterios influyentes el tabaquismo, la edad de la menarquia, el número de embarazos, las circunstancias sociales o económicas, el consumo de anticonceptivos orales, la herencia y el tipo de alimentación. Pero aunque los especialistas no se ponen de acuerdo, sí puede decirse que hay una tendencia concordante a creer que la aparición de la menopausia está influenciada por el estilo de vida y algunos factores medioambientales.

   Volviendo a la Medicina Tradicional China, además de la deficiencia energética hereditaria que pueda tener una mujer en el meridiano del riñón, todos aquellos factores que disminuyen la energía de ese órgano (cansancio, estrés, mala alimentación, etc.), coinciden con los que se consideran en realidad como responsable de la menopausia precoz.
 

 

 

miércoles, 3 de julio de 2013

EL PODER DE LA TIERRA

                         

  La tierra crea la alimentación, purifica y aporta propiedades al agua. Simplemente con estos principios básicos se puede llegar a comprender su importancia a nivel patológico, purificando, regenerando y creando.

   Por muy lejos que uno se remonte en la historia de la humanidad, se hallan pueblos que ya conocían las propiedades de la arcilla, la tierra y el barro; y estos eran empleados como remedio interno y externo.

   Las propiedades curativas del barro se funden en el poder regenerador, refrescante, descongestionante, antiinflamatorio, purificador, cicatrizante, absorbente y calmante que posee la tierra.


   En el barro están unidos los dos agentes de la vida orgánica: la tierra y el agua. La unión de estos dos agentes hace prosperar todo lo que posee germen de vida; destruye y descompone la materia muerta para transformarla en elementos nuevos de vida.

   La arcilla curativa, tomada regularmente es un don purificante, vivificante, compensador y curativo, propiedad esencial de la naturaleza.

   Es un poderoso dinamógeno que restablece un equilibrio estable, despertando la actividad de las glándulas deficientes. Detiene los cultivos microbianos, los elimina, aumenta la actividad del fermento diástico que existe en las células y los productos de secreción del organismo.

                                  


   La ciencia afirma que, químicamente, la tierra contiene en esencia las principales sales minerales que el hombre necesita; sílice, fosfato, hierro, calcio, magnesio, sodio, potasio, etc. Ahora bien, las arcillas más interesantes desde el punto de vista terapéutico son las más ricas en sílice. Además del sílice, elemento principal y del silicato de alúmina, las buenas arcillas deben contener otros elementos minerales tales como la cal, el magnesio, el óxido de hierro y los óxidos alcalinos principalmente. su elevado contenido en sílice lo hace excelente para fortificar todos los tejidos elásticos del organismo en particular en los casos de sangre viciada, reumatismo, arteriosclerosis, artrosis, tuberculosis y para curar rápidamente fracturas, siendo además el sílice un verdadero cemento para las células. El sílice también desempeña un papel muy importante en el terreno óseo, vascular, nervioso y respiratorio. su acción sobre las fibras elásticas es primordial. Interviene en la constitución de los tendones, de la piel y de las fascias. Es un agente remineralizador y también antitóxico.

   La arcilla tiene su importancia también en el terreno de la belleza. Las mascarillas en la cara realizan una limpieza importante y a la vez se realiza un tratamiento de reflexología. Para el sistema nervioso es de lo mejor que hay siendo una de las terapias más relajantes que existen descongestionando los nervios faciales que conectan directamente con el cerebro.

                                    


   Todos los expertos coinciden en que la tierra es fuente de una cantidad infinita de medios para mantener y recuperar la salud. Sus frutos renuevan la carne y la sangre. Sus plantas aromáticas proporcionan alimentos vitales que estimulan las funciones orgánicas. Sus hierbas pueden contribuir a devolver al cuerpo el equilibrio en momentos de depresión ó enfermedad. sus arroyos y ríos suministran agua, elemento base de la vida.

   El milagro de la arcilla constituye un fenómeno curativo relativamente desconocido.
Evidentemente, el tratamiento con arcilla no es por sí solo suficiente; mucho más importante es la adquisición de unos hábitos alimenticios correctos. En caso de trastornos orgánicos, su intensa actividad va mucho más allá; no solo cura trastornos leves, sino que influye sobre todos los órganos y sobre la totalidad del organismo.

                                      

        
   Lamentablemente, la mayoría de las personas rechazan los remedios más sencillos y valiosos, y se empeñan en buscar los más costosos y complicados. La propia tierra constituye un poderoso agente curativo y de regeneración física. Son tres modalidades distintas en que se puede administrar la tierra (arcilla, barro y arena) contribuyendo a proporcionar vitalidad y a devolver la salud.