
La tierra crea la alimentación, purifica y aporta propiedades al agua. Simplemente con estos principios básicos se puede llegar a comprender su importancia a nivel patológico, purificando, regenerando y creando.
Por muy lejos que uno se remonte en la historia de la humanidad, se hallan pueblos que ya conocían las propiedades de la arcilla, la tierra y el barro; y estos eran empleados como remedio interno y externo.
Las propiedades curativas del barro se funden en el poder regenerador, refrescante, descongestionante, antiinflamatorio, purificador, cicatrizante, absorbente y calmante que posee la tierra.
En el barro están unidos los dos agentes de la vida orgánica: la tierra y el agua. La unión de estos dos agentes hace prosperar todo lo que posee germen de vida; destruye y descompone la materia muerta para transformarla en elementos nuevos de vida.
La arcilla curativa, tomada regularmente es un don purificante, vivificante, compensador y curativo, propiedad esencial de la naturaleza.
Es un poderoso dinamógeno que restablece un equilibrio estable, despertando la actividad de las glándulas deficientes. Detiene los cultivos microbianos, los elimina, aumenta la actividad del fermento diástico que existe en las células y los productos de secreción del organismo.

La ciencia afirma que, químicamente, la tierra contiene en esencia las principales sales minerales que el hombre necesita; sílice, fosfato, hierro, calcio, magnesio, sodio, potasio, etc. Ahora bien, las arcillas más interesantes desde el punto de vista terapéutico son las más ricas en sílice. Además del sílice, elemento principal y del silicato de alúmina, las buenas arcillas deben contener otros elementos minerales tales como la cal, el magnesio, el óxido de hierro y los óxidos alcalinos principalmente. su elevado contenido en sílice lo hace excelente para fortificar todos los tejidos elásticos del organismo en particular en los casos de sangre viciada, reumatismo, arteriosclerosis, artrosis, tuberculosis y para curar rápidamente fracturas, siendo además el sílice un verdadero cemento para las células. El sílice también desempeña un papel muy importante en el terreno óseo, vascular, nervioso y respiratorio. su acción sobre las fibras elásticas es primordial. Interviene en la constitución de los tendones, de la piel y de las fascias. Es un agente remineralizador y también antitóxico.
La arcilla tiene su importancia también en el terreno de la belleza. Las mascarillas en la cara realizan una limpieza importante y a la vez se realiza un tratamiento de reflexología. Para el sistema nervioso es de lo mejor que hay siendo una de las terapias más relajantes que existen descongestionando los nervios faciales que conectan directamente con el cerebro.

Todos los expertos coinciden en que la tierra es fuente de una cantidad infinita de medios para mantener y recuperar la salud. Sus frutos renuevan la carne y la sangre. Sus plantas aromáticas proporcionan alimentos vitales que estimulan las funciones orgánicas. Sus hierbas pueden contribuir a devolver al cuerpo el equilibrio en momentos de depresión ó enfermedad. sus arroyos y ríos suministran agua, elemento base de la vida.
El milagro de la arcilla constituye un fenómeno curativo relativamente desconocido.
Evidentemente, el tratamiento con arcilla no es por sí solo suficiente; mucho más importante es la adquisición de unos hábitos alimenticios correctos. En caso de trastornos orgánicos, su intensa actividad va mucho más allá; no solo cura trastornos leves, sino que influye sobre todos los órganos y sobre la totalidad del organismo.

Lamentablemente, la mayoría de las personas rechazan los remedios más sencillos y valiosos, y se empeñan en buscar los más costosos y complicados. La propia tierra constituye un poderoso agente curativo y de regeneración física. Son tres modalidades distintas en que se puede administrar la tierra (arcilla, barro y arena) contribuyendo a proporcionar vitalidad y a devolver la salud.
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