El silicio es uno de los átomos más comunes de la Tierra y
forma aproximadamente el 28% de la corteza total.


En la naturaleza, no lo podremos encontrar como un átomo
libre, sino que se puede encontrar, por ejemplo, como un constituyente de la
arena, una roca, el cuarzo, el granito y la arcilla.
Los compuestos de silicio se encuentran generalmente como
silicatos, silicides, silanoles, siliconas, etc.
El silicio es un elemento traza esencial para el ser humano.
En los años 70 no era considerado esencial para el metabolismo, pues solamente
se encontraron con bajas concentraciones en el tejido humano. Pero diferentes
estudios han demostrado, con el paso del tiempo, que el silicio es un elemento
muy importante para el mantenimiento de la salud.
Nuestro cuerpo tiene una concentración de silicio aproximada
de 7g. Y se encuentra en altas concentraciones en tejidos conectivos como el
cartílago, los huesos, el pelo y las uñas.
Además, el silicio también está presente en el mundo vegetal
como elemento traza en mayor o menor abundancia. El trigo, el arroz, la avena,
la caña de azúcar y el bambú presentan cantidades nutricionales significativas
de silicio.
Otros como la remolacha, las patatas, la cebolla, el
aguacate, las fresas y las manzanas también lo incorporan. Y determinados
frutos secos como las nueces y las almendras contienen cantidades
comparativamente altas de silicio.
Ciertas plantas como la Cola de caballo, el Diente de león y
la Alfalfa; algas marinas y otros productos como el vino y la cerveza también
contienen cantidades importantes de silicio.
El silicio actúa sobre la formación ósea, estimula el
crecimiento de nuevas células de hueso y reduce la velocidad de la
desintegración del mismo. Además incrementa el metabolismo del calcio y de la
vitamina D. Por esto es común encontrar concentraciones muy bajas de silicio en
pacientes que sufren de osteoporosis.


El silicio también estabiliza la der de glucosaminoglicanos;
es decir, la síntesis de colágeno, proteína fibrosa esencial para la
flexibilidad del hueso. Es por ello por lo que nuevamente disminuye como
consecuencia de un déficit de silicio.
Los primeros signos de una deficiencia de silicio son
encontrados muy a menudo en la piel, el pelo y las uñas. La piel y el pelo
pierden fuerza y elasticidad; las uñas se vuelven quebradizas y frágiles.
Por lo tanto, el silicio es importante para poder realizar
una síntesis óptima de colágeno. Es crucial para activar la hidroxilación de
las enzimas que unen el colágeno, las cuales mejoran la fuerza y elasticidad de
esta proteína fibrosa. Cuanto mejor sea el colágeno, significa que tendrá una
mejor piel, más elástica y con menos arrugas.
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