
En la actualidad, se reconocen como enfermedades reumáticas
unas 200 diferentes. Los síntomas varían dependiendo de la patología que además
cada persona experimenta de forma diferente. Pero existen unos denominadores
comunes muy característicos como el dolor y la hinchazón de las articulaciones
afectadas. Las más comunes son la artrosis y la artritis reumatoide.
Las enfermedades reumáticas tienen un origen no traumático y
pueden ser muy diversas. Afectan principalmente al aparato locomotor;
articulaciones, huesos, músculos, tendones y ligamentos. Pero también pueden
verse afectadas otras partes del organismo.
Su importancia radica en que tienen un gran impacto en la
calidad de vida del paciente y en que suponen un elevado coste económico y
social.


LA ARTROSIS:
es un trastorno crónico de las articulaciones caracterizado por la degeneración
más o menos avanzada del cartílago y del hueso adyacente, que puede causar
dolor articular y rigidez, e incluso, incapacitar la articulación afectada.
El paciente encuentra dificultades a la hora de realizar
cualquier tipo de movimiento, en especial durante las primeras horas del día. A
medida que va avanzando el día, la movilidad mejora.
Su diagnóstico se realiza principalmente a través de
radiografías. La mayoría de las artrosis son idiopáticas, es decir, que no
existen causas desencadenantes del proceso destructivo, y otras son como
consecuencia de enfermedades metabólicas, inflamatorias, alteraciones
anatómicas o microtraumatismos sobre la articulación. En la mayoría de los
casos las señales radiológicas de desgaste y los síntomas relacionados con la
artrosis no son proporcionales.
Son bastante comunes los casos que muestran un deterioro
radiológico importante sin apenas síntomas, y otros en los que los indicios son
intensos o injustificados según el diagnóstico.
El dolor suele ser de tipo mecánico; presenta un comienzo
gradual, de mañanas que aparece o aumenta la sobrecarga al andar. Este dolor
suele disminuir con reposo y movimientos pausados.


LA ARTRITIS
REUMATOIDE: es una enfermedad autoinmune caracterizada por la
inflamación de las articulaciones periféricas que produce una destrucción
progresiva de estructuras articulares y periarticulares. Suele ir acompañado de
fiebre, anemia, adelgazamiento, etc. Por lo general se ven afectados ambos
lados del cuerpo.
El dolor es de tipo inflamatorio que por lo general
desaparece con el reposo y se vuelve agudo con el movimiento, la presión o el
contacto de las articulaciones afectadas, tumefacción articular, alta
temperatura, enrojecimiento, rigidez matutina o después de un estado de
inactividad prolongado, deformidad articular, nódulos subcutáneos reumatoideos.
Para prevenir estas enfermedades reumáticas es importante evitar el sobrepeso y hacer ejercicio de forma regular con el fin de que los
músculos ayuden a estabilizar la articulación y ésta sufra un menor desgaste.
También es importante llevar una dieta sana y equilibrada,
además de evitar malos hábitos alimentarios. En estos casos es mucho más fácil
prevenir que curar, ya que una vez desencadenada la enfermedad ya no hay vuelta
atrás.
Por eso hay que intentar evitar la aparición de desgaste
articular, osteoporosis y demás enfermedades reumáticas.
Para el tratamiento de estas patologías, el objetivo
principal es aliviar el dolor y la
inflamación con el fin de que la articulación pueda mantener su movilidad
evitando así su enquilosamiento. Hay que romper el círculo vicioso
dolor-inmovilidad. Dentro de la fitoterapia se utilizan varias plantas que por
sus efectos son especialmente indicadas para estas patologías.


HARPAGOFITO: una de las plantas antiinflamatorias más potentes
que se conocen en el mundo, cuya efectividad ha sido demostrada a través de
numerosos estudios. Es una planta Africana cuya raíz contiene propiedades
antiinflamatorias, analgésicas y antiespasmódicas.
SAUCE: se utiliza la corteza de este árbol ya desde el antiguo
Egipto para calmar el dolor y bajar la fiebre. Tiene propiedades muy efectivas
gracias a su acción antirreumática, antitérmica, antiinflamatoria,
antiespasmódica, antineurálgica y sedante del sistema nervioso.
ULMARIA: de esta planta es originaria la aspirina. Sus
propiedades ayudan a disminuir la inflamación de las articulaciones y calma el
dolor. También posee propiedades antitérmicas (baja la fiebre), diuréticas y
anticoagulante.
COLA DE CABALLO: planta rica en minerales, especialmente en
Potasio y Silicio. Posee una acción diurética y remineralizante. Es beneficiosa
sobre el tejido conjuntivo.
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