La piel,
que recubre todo nuestro cuerpo, requiere de una serie de atenciones y no sólo
por razones estéticas.
La piel y
sus estructuras asociadas (pelo, cabello, uñas, glándulas sudoríparas y
sebáceas), tienen sus funciones fisiológicas que son de primera magnitud ya que
constituyen la cubierta que envuelve y protege el cuerpo del exterior.
La piel
ayuda a mantener la temperatura corporal, a eliminar sustancias de deshecho y a
sintetizar la vitamina D.
Se
encarga de recibir el primer impacto sobre estímulos exteriores como el calor,
frío, presión, dolor… por lo tanto, cualquier desequilibrio que se produzca en
el organismo se manifestará también en la piel.
Así que
conocer sus necesidades y cuidarla es de vital importancia.
Existen
ciertos hábitos que son poco saludables para la piel, como tomar el sol sin
protección y en exceso, permanecer mucho tiempo en locales con el aire
acondicionado o el consumo de tabaco.
Las
vitaminas y minerales como las vitaminas A, C, E, B y D, carotenos y hierro,
Zinc, Silicio, magnesio, Manganeso y Selenio; son esenciales para un buen
funcionamiento, mantenimiento y conservación de la piel.
Los
aminoácidos son fundamentales para la renovación de la piel (zanahoria, avena,
uva, soja y sandía) y la ayudan a mantenerla flexible y saludable.
Para
combatir el envejecimiento prematuro utilizaremos principios activos por sus
excelentes propiedades antioxidantes. Resveratrol, taninos, fenoles simples,
antocianinoxidos, etc.
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