
En el interior del ser humano existe una extraordinaria y compleja red d protección a la que se le conoce como SISTEMA INMUNOLÓGICO. Es una defensa interactiva e integrada a través de una compleja red de comunicación que produce protección y sustento para el bienestar del organismo.
Por
el término SISTEMA, se entiende una unidad física y funcional, un conjunto de
órganos y tejidos que están en relación funcional entre sí y con otros
sistemas.
La
intrincada red, eficientemente integrada por mediadores químicos, células,
tejidos, y órganos, que forman una única entidad, tiene la función de proteger
la integridad del cuerpo de cualquier forma de abuso, ya sea infeccioso, físico
o mental.
Hablamos
de un sistema biológico capaz de reaccionar y cambiar su reactividad tanto por
estímulos físicos, emocionales o psicoemocionales, mediante mecanismos
automáticos internos genéticamente programados. Está especialmente programado
para distinguir el “self” (estructuras que no suponen un peligro) del “non
self” (estructuras potencialmente dañinas que resultan perjudiciales para el
organismo y deben ser eliminadas), destruyendo el non self con el fin de
proteger el “self” y mantener la homeostasis.
La
psico-neuro-endocrino-inmunología (PNEI), ha demostrado ampliamente la existencia
de conexiones articuladas entre psique, sistema nervioso, sistema endocrino y
sistema inmunológico, ya que estos sistemas, como todos los elementos del
sistema inmune, forman un “todo” único. Interaccionan unos con otros
desempeñando la función común de salvaguardar el organismo. Al igual que ocurre
con el sistema nervioso, el sistema inmunológico está configurado como una
compleja red interactiva, cuyos elementos aparecen como un extenso grupo de
personas conversando entre sí, intercambiando información y no únicamente como
centinelas en busca de enemigos.


Este
conjunto de reacciones y comunicaciones que implican agentes inmunes y no
inmunes diseña una red que crea un tipo de proceso cognitivo. Es por ello que
el sistema inmune y el sistema nervioso se perfilan como dos sistemas
cognitivos que funcionan en interacción donde este proceso cognitivo se dirige
principalmente hacia su interior y sucesivamente al exterior, de esta forma el
sistema inmune sufre un proceso que va continuamente redefiniendo su identidad
biológica individual transformándose constantemente. Con esta perspectiva,
inmunidad e identidad se identifican entre sí, porque cada una equivale a la
otra.
Al
igual que existe en la corteza motora y sensorial un mapa corporal, en el
sistema inmunológico está presente una especie de HOMÚNCULUS, una
representación interior del YO en continua autodefinición /autoreconocimiento,
respondiendo en primer lugar a eventos y cambios internos y luego a eventos y
estímulos externos.
Podríamos
decir sin miedo a confundirnos que el sistema inmune actúa como una especie de
equilibrio de vida. Para mantener este equilibrio es necesario trabajar con
diferentes factores, como son los cambios emocionales, la nutrición, la
actividad física, el entorno en el que se sitúa el organismo, además de las
relaciones y situaciones que le toca vivir.
Por
lo tanto, cualquier trastorno en el sistema inmunológico puede ser de tipos
diferentes y características multiformes.
Cuando
uno o más componentes de la red inmune están inactivos, se produce la
inmunodeficiencia. Esta inmunodeficiencia puede ser primaria (de carácter
hereditario o congénito) o secundaria (adquirida, por afecciones,
tratamientos…)
En
los países en vías de desarrollo, la desnutrición proteica y calórica crea alteraciones
en las respuestas de defensa. Mientras que en los países desarrollados, es a
obesidad, el alcoholismo y el consumo de drogas son las causas más comunes de
la disfunción inmune.
De
todo esto se puede deducir fácilmente que es tremendamente importante llevar un
estilo de vida saludable para mantener un equilibrio inmunológico, pues un
sistema inmunológico eficiente interviene en defensa de nuestro organismo.
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