

Cuenta la leyenda, que el Emperador Chino Sheng Tun
descubrió casualmente el Té,allá por el año 2737 A.C. Se dice que este
emperador únicamente bebía agua hervida y que un día mientras descansaba debajo
de un árbol, le cayeron algunas hojas al recipiente en el que llevaba su agua.
Y atraído por el aroma que desprendía lo probó. Se dice que es a partir de
entonces que se difundió masivamente el consumo de esta bebida.
Una infusión es una mezcla de plantas (puede ser de una sola
clase ó una combinación de varias) con agua caliente. Esta agua caliente extrae
los principios activos que contienen y son a su vez las que guardas sus
propiedades.
Pero…¿cómo preparar correctamente una infusión?
Primero hay que colocar la parte de la planta que se vaya a
utilizar en un cazo que resista la acción súbita del calor. Luego verter el agua (esta no debe llegar a hervir y si lo
hace que no supere el minuto de hervor). Tapar el recipiente para evitar que se
volatilicen los principios activos de la planta. Se deja reposar entre 5 y 10
minutos, y por último colar antes de la ingesta.
Es mejor tomarlas sin endulzar, pero en ocasiones algunas
plantan poseen un sabor muy amargo y esto hace que la ingesta sea muy difícil.
Para hacer la ingesta más agradable podemos endulzar la infusión con azúcar
(preferiblemente azúcar moreno) o con miel y aunque es menos común también se
puede endulzar con sirope de Arce. Incluso se puede añadir a la infusión unas
gotitas de limón, una rodajita ó solo un trocito de corteza.
Lo más aconsejable es tomar la infusión nada más prepararla,
pero una opción práctica puede ser preparar la cantidad que se vaya a ingerir
en un día y guardarla en el frigorífico.
Es preferible tomar la infusión de una sola planta, que no
una infusión de varias plantas y que esté mal combinada.
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Existen combinaciones casi infinitas, pero a continuación
detallaré unas cuantas muy aconsejables
para casos muy comunes.
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Afecciones respiratorias con tos y
espectoración: Tomillo, Eucalipto, Llantén, Hisopo, Gordolobo, Saúco y
Grindelia.
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Hipertensión
arterial: Espino blanco, Olivo y Ajo.
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Digestiones
pesadas y aerofagia: Manzanilla, Melisa, Anís, Genciana, Hinojo,
Orégano, Tomillo, Angélica y Jengibre.
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Estados
de nerviosismo e insomnio: Tila, Azahar, Valeriana, Pasiflora, Espino
blanco con miel de Azahar.
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Trastornos
hepático y de vesícula biliar: Alcachofa, Boldo, Diente de León,
Fumaria, Cardo mariano.
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Trastornos
circulatorios: Castaño de Indias, Rusco, Hamamelis y Vid.
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Circulación
sanguínea: Alfalfa, Tomillo, Bolsa de pastor, Eleuterococo y Ortiga
Verde.
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Estimulante:
Ginseng, Eleuterococo, romero y Té.
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Retención de líquidos: Abedul, Cola de
Caballo, Vara de oro, Grama y Zarzaparrilla.
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Cálculos
en vías urinarias: Lepidio y Arenaria.
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Desequilibrios
en niveles de glucosa: Salvia, Eucalipto, Judía, Travalera y Copalchi.
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Infecciones
urinarias: Gayuba, Brezo y Arándano rojo.
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Trastornos
de la menstruación: Salvia, Milenrama, Artemisa y Onagra.
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Problemas
de próstata: Sabal, Pigeum, Raíz de ortiga verde y semillas de
calabaza.
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Piel:
Caléndula, Bardana, Pensamiento, Calaguala, Cola de caballo, Alfalfa y Aloe.
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Aparato
locomotor: Harpagofito, Sauce, Ulmaria y Cola de caballo.
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Colesterol:
Alcachofa, Alpiste, Té y Ajo.
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