Uno de los actos reflejos más comunes en el ser humano es el de colocar las manos en una zona dolorida, ya sea por un dolor repentino, un golpe, etc., y hacer presión o dar un suave masaje.
Este gesto tan sencillo y cotidiano ha ido evolucionando y poco a poco han ido surgiendo nuevas metodologías que han llevado a procedimientos refinados con el fin de proporcionar alivio y descanso.
La digitopuntura es una disciplina que surge de ese acto reflejo que todos los seres vivos tenemos cuando sentimos un malestar.
Esta técnica consiste en reactivar la vitalidad orgánica mediante la presión de los dedos sobre ciertos puntos del cuerpo.
Algunas personas consideran a la digitopuntura como la "acupuntura sin agujas" y esto es porque sus principios filosóficos son los mismos ya que ambos están basados en la Medicina Tradicional China (MTC). Por lo tanto también utiliza los recorridos energéticos conocidos como "Meridianos".
Para poder realizar la terapia de la digitopuntura, lo primero que hay que hacer es identificar los puntos del cuerpo sobre los que actuar. Es decir, es imprescindible tener conocimientos anatómicos y de MTC. Después de adquirir estos conocimientos es necesario desarrollar una especial sensibilidad para poder distinguir, con la sola colocación de las manos, las zonas más tensas y la localización de los puntos donde se precisa la terapia. Es muy importante observar el tipo de reacción que se produce al primer contacto y si el dolor se intensifica o desaparece a la palpación.
Una vez localizado el punto de dolor, se ejerce una presión con cierta fuerza. Esta presión no debe provocar un hematoma, sino que debe servir de ayuda al organismo, aunque se tenga que actuar de manera incisiva.
Por lo general se utilizan las yemas de los dedos, pero si el punto de dolor es muy delimitado se pueden usar las uñas, sobre todo las de los dedos pulgares.
Es de vital importancia tener presente que la digitopuntura no sustituye las terapias tradicionales, ni al médico. Hay que tener presente que este tipo de terapia ejerce una función esencialmente preventiva.
Los casos en los que no se debe aplicar esta técnica bajo ningún concepto son los siguientes:
- En mujeres embarazadas.
- Inmediatamente después de ingerir alimentos.
- Con fiebre (más de 38ºC).
- En caso de enfermedad contagiosa.
- En caso de enfermedades de la piel.
- En presencia de alteraciones climatológicas (temporal, ola de calor, etc.).
- En casos de desequilibrios psicofísicos.

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